lunes, 12 de febrero de 2007

La amistad

Esa chica alta, estilizada, no muy guapa de cara pero da lo mismo, porque su cabellera morena, frondosa, ondulada, le da un aire latino y sureño muy de moda en locales de salsa y similares; esa chica a la última, experta en el folklore de su tierra, del que no deja de hablar ni un segundo porque sin duda es un tema apasionante para todos; esa chica dinámica, moderna, emprendedora, que hoy comparte piso en Londres y mañana en París, o en Berlín, o en cualquier gran ciudad europea de la que enseguida dirá que es demasiado aburrida, que lo suyo es Nueva York; esa chica, en definitiva, se llama Amanda y está rodeada de amigos.

Conoce a gente por todas partes. Sus compañeros de piso son amigos, pero también los amigos de sus compañeros de piso, sus compañeros de la agencia de publicidad en la que trabaja, los amigos de sus compañeros de la agencia, sus amigos del gimnasio y un largo listado que cambia de ciudad en ciudad, y a los que visita siempre que puede, porque es cosmopolita y viaja mucho, tanto que ni se acuerda del número de veces que ha montado en avión. A veces tiene sólo dos días para verlos a todos, pero lo consigue a base de exprimir los minutos: ahora va a comer con Julia, luego toma un café con Álex, acompaña al trabajo a Pedro y toma una copa con Margarita antes de volver al aeropuerto. Media hora es suficiente para contarles que va a estudiar un nuevo cursillo, que ha dejado a su novio pero que está empezando a salir con otro chico, que el año que viene viajará a Grecia y que dentro de poco inaugura un nuevo piso compartido. Después cada uno se paga lo suyo, dos besos y hasta la próxima.

Si hablas con ella, te dirá que la noche pasada fue a cenar con los amigos de los compañeros de trabajo de sus amigos, que al final se juntó mucha gente (porque Amanda nunca sale con grupos de menos de veinte personas), que fueron a bailar salsa y que conoció a un chico muy guapo con el que hoy a vuelto a quedar. Y no hará falta que le insistas demasiado para que te enseñe su foto (porque Amanda siempre está sacando fotos a todo lo que se mueve, constantemente, quizá porque de una vida tan trepidante hay que dejar testimonio); te pondrá delante a un tipo de rasgos quizá simiescos, como de boxeador retrasado, pero eso sí, con un consistente y brillante pelo negro peinado con gomina y con unos auténticos músculos de seductor latino. No sabe demasiado de él, sólo que es guapo y tiene dinero, y eso basta, y además han quedado en media hora, así que tiene que irse, de hecho ya ha empezado a hacer cuentas para calcular la parte exacta que le toca pagar de los dos cafés y el pastelito de chocolate que os habéis tomado.

Amanda me recuerda a mucha gente, a otros grupos que se relacionan porque tienen muchas cosas en común, les gusta viajar, estudian idiomas, quedan juntos para organizar salidas, son los amigos de la universidad de una ex novia a los que tuve el gusto de conocer durante una temporada. Divertidos, ingeniosos, gente de mundo, enseguida notabas que pedir un menú compartido en cualquier sitio era tabú, cada uno lo suyo ("¿no sabes que tu coca-cola cuesta medio euro más que mi agua mineral?"), y no hace falta pedir una sangría, que son muy caras y además alguien ha traído de su casa una botella rellena de calimocho que está escondida debajo de la mesa. Me encantó compartir algunos momentos con ellos, como cuando Juan Ramón nos invitó a cenar a su casa y después dijo lo que le tocaba pagar a cada uno, pero eso sí, antes se aseguró de insinuar sutilmente que el último tren estaba a punto de salir, no fuéramos a creer que podíamos quedarnos a dormir allí, porque quizá no tenía camas para todos y no quería que nadie se sintiera discriminado.

Eran muy parecidos a Amanda, incluso en el detalle de las fotos, porque no hay nada mejor que plasmar en una imagen los grandes momentos que pasan en compañía de sus amigos, para que perdure eternamente en el recuerdo el afecto que una vez se tuvieron. Y que por sus cabezas pase aquel día en Port Aventura, cuando Raquel no quiso darle agua a su novio "porque le quedaba muy poca", o no olvidar la figura de Cristina, que no le daba chicles a nadie "porque eran suyos", o recordar con ternura la graciosa agonía de Alberto, que no podía respirar tranquilo hasta que dejaba claro que él sólo se había pedido una cerveza y que era lo único que iba a pagar. Grandes amigos en una vida moderna, joven, que comparten momentos entrañables, una amistad especial, sincera, directa, en la que sólo hace falta callar y mirar hacia otro lado cuando algún desprevenido dice, alegremente: "Dividimos la cuenta entre todos, ¿no?".

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Hey! Ya decía yo que Amanda te había calado hondo, jeje... Bueno, en su defensa - y nótese el sólo, ya que en el resto estoy bastante de acuerdo en líneas generales -, que Amanda no te dirá nunca que se aburre de Londres, ya que es una ciudad que le gusta mucho, sólo le agobia - como a casi todo el mundo - el clima de mierda que hace casi durante nueve meses al año y que preferiría un lugar más cálido. Por otra parte, también añadiré que no es tan superficial con los tíos, no se fijaría en un tío por el hecho de que tuviera pasta, y lo de que sea guapo, pues como cualquiera. De hecho conocí a algunos de sus novios y eran muy buena gente. Y cuando los tiene, es una persona que se vuelca mucho en ellos, quizá excesivamente.
De todas formas, ya te digo, a mí me fue muy interesante ver cómo me uní a gente con la que no tenía mucho que ver y que con una serie de defectos para mí, hace años no me hubiera juntado por nada, cuando conozcas a mis amigos de Barcelona ya verás a lo que me refiero. A muchos de ellos, por cierto, creo que también les molesta mucho mi cinismo y mi actitud despreocupada y pasota, y seguramente no tengan casi ninguno así. Sin embargo, me gusta saber que hay esa base primaria en común.
Por cierto, me gusta mucho el cuadro que tienes a la derecha del todo, no sé si llama el grito o algo así, Ibán lo tiene colgado en su habitación. Por cierto, en cuanto lo conozcas escribirás otro post de él, cheguro chobrino.

Anónimo dijo...

Mr. Glasshead, nuevo look por lo que veo, y la verdad es que le sienta muy bien. Además, le felicito por la elección de los cuadros, donde no podía faltar mi pintor favorito, Goya.

Refiriéndome al post, creo que es un poco cutre reparar en minucias y luego ir de cosmopolita. Además Amanda me recuerda a alguna chica que he conocido, sobre todo por el capítulo en el que hablas del chico de rasgos simiescos que muestra orgullosa en una fotografía. Una de mis teorías, de hecho, es que cuanto más te asemejes a los hombres primitivos más probabilidades de éxito tendrás entre el sector femenino.

Anónimo dijo...

Hola, Mr. Glasshead! Al final la reforma ha valido la pena. Me gusta mucho el conjunto que has hecho con las pinturas, tienen mucho que ver con el título del blog.
Y sobre el tema de las amistades ya sabes lo que pienso, y menos mal que no tengo amigos así, jeje.
Hasta pronto!

Shiba dijo...

Glasshead, no te ofendas, pero a veces tu artículo me recordaba a un capítulo, pero en más cotidiano, de Al Salir de Clase... XD

Amanda me recuerda mucho a una amiga mía, Adriana, que tampoco sabe salir si no van con ella por lo menos media urbanización.

Saludos (voy a actualizar el link).

Anónimo dijo...

Hola,

Accedo poco a los bloggs, y a este llegué por casualidad, pero la cabecera de tu página me ha impactado, ver " La nave de los locos", "La piedra de la locura", "La lucha a garrotazos" y "El grito" es una combinación muy buena.

Saludos

Mr. Glasshead dijo...

Bofifa: entiendo tu amistad con ella y los motivos, porque me los explicaste muy bien, pero la impresión general que me dio es la de ser una persona enormemente superficial y egoísta, pagada de sí misma, supongo que acostumbrada a que los chicos la adulen. Lo del dinero lo digo porque de alguna manera percibí que le gustaba alardear de estar rodeada de gente con pasta, de hecho me acuerdo lo mucho que remarcó que se había subido a una limusina. Y lo de los chicos guapos, recuerdo que siempre que hablaba de alguno remarcaba en primer lugar que era muy guapo, siempre eso lo primero, de hecho, era lo único. Como te digo, no pretendía cebarme con ella sino tomarla como excusa para hablar de ese tipo de gente.

Mr. Glasshead dijo...

Rutenman: muchas gracias, ya tenía ganas de cambiar a un servidor que me permitiera más cosas, hacer cualquier cosa en blogia (incluso escribir un artículo) era un pequeño infierno que hacía que se me quitaran las ganas.

Efectivamente, lo de Amanda es algo muy superficial. "Todos muy amigos, pero con el dinero no hay amistad". Hay un doble fondo bastante obvio que además comparte toda la gente que es así. Lo de los hombres primitivos ya lo decía Crumb (¿has leído "Mi historia con las mujeres", o algo así?)

Mr. Glasshead dijo...

Monik: me alegro de que te guste el diseño, de hecho lo pude poner gracias a tu ayuda :) El tema de las amistades es un asunto que daría lugar a infinitos artículos, aunque está claro que yo también me siento incapaz de llevar la seudoamistad que tienen gente como la del artículo entre sí. Un saludo :-)

Lucinda: para nada, no me ofendo, incluso me congratulo de la versatilidad de mi estilo de escribir, jaja :-) Yo la verdad es que sólo me he acercado a gente así cuando han sido amigos de gente cercana a mí.

anónimo: muchas gracias, esas pinturas son de mis favoritas.

nobody dijo...

Nunca me gustó verme rodeado de "amigos de segunda división", quizá he pasado demasiado tiempo en mi búnker y por ello solo me fio de los camaradas de armas, de los que te cubren la espalda... alguien que recuenta los centimos al tomar unos cafés, no quiero ni pensar de lo que seria capaz por un maletín lleno de billetes de 100 euros.

saludos marciales...

Anónimo dijo...

Mr. Glasshead, exactamente, en realidad Crumb lo sacó de mí.
Mira, te explico...

No ahora en serio, Crumb fue uno de los primeros autores que me llamó la atención, lo leía en el Víbora y aparte mis tíos tenían algún comic suyo, y entre ellos creo recordar que también estaba el que citas. Pero los recuerdos me llegan algo distorsionados y no logro recordar nada, y lo que me dices, la verdad, ni me suena. De todas formas me haré con él y pienso revisarlo de nuevo. Muchas gracias por recordármelo.

Mr. Glasshead dijo...

Kilgore: me alegro mucho de tenerlo por aquí, como siempre. En efecto, ¿de qué no sería capaz alguien así en una emboscada? Alguien que no soportaría estar mucho tiempo en la selva comiendo cosas que harían vomitar a una cabra, y que desertaría a la menor ocasión.

Rutenman: te gustará mucho ese comic. Creo que sale en el tomo 1 (en el 2, la segunda parte de esa misma historieta) de las obras completas de Crumb en Cúpula. Habla de muchas de esas teorías, como la de ser mascota o la de ligar mucho por desprender ese aura de poder y dominación.

Anónimo dijo...

Yo insisto en romper la lanza en favor de Amanda - que si no me he equivocado de expresión, no sé de dónde cojones viene. Creo que la gente que la desprestigie por esas consideraciones es gente que proviene de un entorno relativamente relajado y seguro, un poco uraño y asocial o que cuenta con muchos amigos y no necesita a más gente. Cuando te expones a ti mismo en una situación en la cual estás prácticamente solo y te sientes así, tiendes a abrirte a lo que hay a tu alrededor. Las personas somos todas diferentes y tenemos un "background" ídem - podría explicarlo en castellano, pero me sale más corto y directo así -, todas tenemos una serie de cualidades y defectos, que pueden ir mejor o peor con nuestra propia personalidad. Pero luego, a la hora de la verdad, es muy grato ver como ese tipo de gente, con los que no compartirías nada en circunstancias normales, como en tu pueblo natal, ves que te ayudan y se interesan por ti, es entonces cuando te vuelves más tolerante con la gente y aprendes a apreciarla por esos pequeños destellos, y aprendes a pasar por alto sus defectos. Es como cuando conoces a gente de un ambiente muy específico, a mí me pasa con la gente de la universidad y puede pasar también con gente del trabajo, no tienes mucha libertad para hablar de temas que te gustan y ven sólo una parte de ti, la laboral o la de estudiante, pero sabes que están ahí y que en esos términos de relación, si te pueden echar un cable, lo harán.

Mr. Glasshead dijo...

Bofifa: estoy completamente de acuerdo, pero para mí eso no es una amistad ni se le parece. Cada uno establece sus criterios para valorar una amistad. Sigo pensando que entiendo los motivos por los que te has convertido en amigo de Amanda, pero creo que el asunto va más allá, eso es un caso puntual (de hecho ya te dije que yo pensaba que si no le hubieras gustado, no te hubiera dirijido la palabra en el avión), sólo hablo del tipo de amistades que suele tener Amanda y la gente que es como ella, que creo que comparte algunas características. Y a partir de ahí te posicionas a favor o en contra. Yo en la universidad también tuve compañeros de ese estilo, pero no los considero ni mucho menos amigos, no acabo de comprender esa amistad con límites, "amigos pero hasta aquí, a mí que no me engañe nadie". Me parece algo demasiado hipócrita. "Amigos, pero cada uno se paga su café, o mejor si lo pagas tú todo". Ojo, no hablo de Amanda en concreto, sino de ese tipo de gente.