lunes, 16 de abril de 2007

El vampiro está muy cerca de ti

No puede dejar de mirarlo, está tan guapo en la barra, con una rodilla suave y elegantemente apoyada en el mostrador, y cada vez que levanta la copa un anillo en su mano izquierda emite un destello de clase y armonía. No habla con nadie, parece que ha venido solo y mira hacia delante con cierto misterio, está claro que en su interior se esconde una tortura inexplicable, agazapada como una serpiente venenosa que le está picando las entrañas. Quizá un amor perdido, mejor aún, una novia a la que quiso mucho y que murió en un accidente de tráfico o por una enfermedad.

La americana blanca le queda perfecta, le distingue del resto, de la masa anónima de chicos que se le han ido acercando hoy y que ella ha rechazado, porque no tienen nada que decirle y porque es imposible hacer caso a medianías excitadas cuyo aliento apesta a alcohol. Además, él parece no haberse fijado en ninguna, pues quizá está por encima de todas esas cosas, y en realidad le bastaría con chasquear los dedos para que las chicas le rodearan. Sin embargo, no busca sexo rápido, sino alguien que consuele su alma y que le salve con amor y cariño, alguien que le sorprenda poco a poco y que le extirpe de cuajo su dolor. Se le ve tan seguro en su soledad, tan firme en su suplicio, que abruma y dan ganas de dejarse abrazar hasta desaparecer en su interior, de caer en sus redes y dejarse arrastrar por ellas hacia mares secretos y de belleza inimaginable. Le sorprende su camiseta negra con el rostro de alguien que no le suena, una cara de ojos muy abiertos, obsesivos, probablemente obra de un diseñador exquisito y caro.

Observa que termina su copa y llama a la camarera para que le ponga otra. Ésta entorna los ojos y mientras llena el vaso le sonríe de una manera en la que probablemente no lo habrá hecho con nadie más esa noche. Su corazón late más rápido porque entonces es consciente de que embriagada por su presencia, no ha tenido en cuenta que el local está lleno de rivales que pueden arrebatárselo en cualquier momento y apartarlo de su vida para siempre. Y aprieta el puño y enciende un cigarrillo nerviosa cuando la camarera empieza a hablarle, pero entonces él le dice algo y la sonrisa de la chica se convierte primero en un gesto de sorpresa y después de indignación, se da la vuelta y se aleja, y él permanece ahí sin inmutarse, como el personaje principal de una película. Quizá ha rechazado educadamente una sugerencia de verse despúes. La camarera no ha entendido nada, no sabe que delante no hay uno de esos jóvenes guapos y fáciles que pueblan la noche.

Ve lo que ha pasado como una señal. Si no se decide, lo perderá. Quiere intentarlo aunque él no le ha devuelto ni una sola mirada. Se lo toma como un reto personal. Trata de controlar los nervios mientras se acerca. Y ya lo tiene al lado, y escucha su propia voz intentando aparentar control de la situación.

-¿No deberías dejar ya de beber?
-No lo creo.

Él le sonríe, sus dientes son blancos y están perfectamente colocados, y además la mira a los ojos, una mirada profunda y honesta a través de dos círculos azules que lanzan rayos de encanto. Al inclinarse para escucharla también puede percibir un aroma fresco, marino y almizclado de un perfume que no conoce, o que al menos no es el típico Hugo Boss, y por si esto no bastara para desarmarla, su voz es cálida, sensual, masculina pero refinada, con el punto justo de dulzura y seducción. El chico mira de nuevo hacia el mostrador, coge la copa y bebe lentamente mientras mantiene su mirada. En la muñeca lleva un reloj Armand Bassi brillante y de correa blanca. Y a ella se le agolpan las palabras e intenta mantener la compostura, pero nota que su entrepierna se ha humedecido y que está literalmente rendida en la palma de su mano.

-¿Cómo te llamas?
-Ferran.
-¿Bailamos?
-Mira, mejor que no. Esto es un coñazo. ¿Vamos a mi casa a tomar otra copa?

Se dice a sí misma que está loca cuando salen del local, pero no puede evitar tomarle fuertemente del brazo, se siente extrañamente feliz y llena y surcando la noche como en una pista de hielo. Montan en su coche, un Audi TT de color inmaculadamente blanco. Él se enciende un cigarrillo y pone una música bossa-nova que parece la banda sonora de una película romántica. Conduce con tranquilidad y firmeza, ella pone la mano en su rodilla y se la acaricia.

-He visto cómo la camarera intentaba ligarte.
-¿Ah, sí?
-Te ha dado la espalda. ¿Qué le has dicho?
-Le he preguntado si le gustaba el sexo oral.

Ella estalla en una carcajada.

-¿En serio?

Pero él no se ríe, sigue conduciendo y fumando su cigarrillo, sin decir nada. Empieza a circular por una larga y solitaria carretera de muros pintados. No hay ni un alma por la calle. En el poliedro de ilusiones que hasta entonces ha invadido su cabeza, empieza a introducirse una cierta inquietud, una vaga e incómoda tensión que trata de apagar pensando en otra cosa. Quizá está yendo demasiado rápido y ha sido imprudente al no considerar que no conoce de nada al tipo que ahora la está llevando a su guarida. Respira hondo y se ajusta la falda a las rodillas.

Paran en un semáforo. El chico se gira hacia ella con una sonrisa poderosa, se acerca y le da un beso delicioso y sensible, con un pequeño punto de humedad que lo hace muy excitante. Vuelve a caer a sus pies. Cuando el semáforo se pone en verde, la sangre calienta otra vez sus muslos y sus pechos, y él conduce tranquilo e impasible.

Entonces enfilan una carretera llena de árboles a los lados. Por la ventanilla entra el canto de los grillos y ya apenas se cruzan con ningún coche. Se le empieza a hacer incómodo el silencio.

-¿Quién es el tío que sale en tu camiseta?
-Charles Manson. Uno de mis ídolos.
-¿Un diseñador?
-No. Alguien que montó una secta e iba por ahí matando a ricos en sus casas. Una de esas mujeres estaba embarazada y le arrancaron el feto del útero.

Se quedan callados otra vez. Y ella experimenta una sensación de peligro que crece a partir de su estómago, y que ya no se extingue. Ahora sospecha de su extraña sonrisa y le capta un matiz malvado que hasta entonces le había pasado desapercibido. Piensa en chicas raptadas, violadas y torturadas hasta morir. Imagina su cuerpo desnudo y putrefacto entre arbustos y piedras. Se fija otra vez en la cara de su camiseta. Los ojos de ese tipo están locos, idos, expresan barbarie, caos y muerte, se arrepiente de no haberse dado cuenta antes. Y la actitud impasible y sonriente de él hace más extraña y fría la situación. Tiene miedo y quiere irse.

-¿Puedes parar un momento?
-¿Para qué?
-Tengo que mear.
-Ahora tomamos la autopista y enseguida estamos en mi casa. ¿No puedes esperar un rato?
-Tiene que ser ahora.
-Muy bien.

Para suavemente a un lado de la acera. Sólo piensa en salir de ahí lo más rápido posible. Pero él intenta besarla otra vez y entonces no puede mantener la calma. Lo aparta con un empujón demasiado agresivo como para aparentar que no ocurre nada. Abre la puerta y sale corriendo. Escucha que él también sale.

-¿Pero qué pasa?
-Si te acercas más, me pongo a gritar.
-¿Qué te he hecho?

No le responde. Su figura se pierde al final de la carretera entre ruidos de tacones y jadeos.

Vuelve al coche, arranca y se mete en la autopista. Cambia de marchas con una mano torpe y temblorosa.

Cuando llega a casa, su gato aparece del fondo del pasillo ronroneando. Se agacha y lo acaricia, y el gato se tumba con cara de felicidad. Pero entonces se le dilatan las pupilas y se incorpora de un salto. Ha visto una araña que camina por el comedor y que se ha colado por la galería. Se acerca con sigilo, a punto de atacarla. Él se adelanta y después de atrapar a su gato, lo encierra en el pasillo. Abre un cajón y arranca una hoja de una libreta. Aproxima su borde a la araña, hasta que ésta sube encima. Sale al balcón, elige la maceta más grande y allí inclina la hoja para que la araña caiga suavemente en la tierra.

8 comentarios:

Shiba dijo...

Soberbio, Glasshead. De verdad.

Qué quieres que te diga... eres de los poquísimos blogs de relatos y personales en los que empiezo la frase y no me acomodo en la silla, me quedo pegada a la pantalla y no levanto la vista hasta que termino.

Éste me ha gustado particularmente. La descripción del tipo (aunque yo le habría puesto un reloj de Gucci, jeje), la referencia a Manson (ya escribí sobre la pobre Sharon Tate hace unos meses), todo, era magnífico. Enhorabuena sincera de nuevo.

Un beso.

Anónimo dijo...

una nueva vuelta de tuerca..otro ambiente,por una vez alguien no andrajoso,ni maloliente..no critico los anteriores.EN ABSOLUTO
solo digo que me ENCANTA tu habilidad para tratar diversos temas..ambientes..
me ha gustado mucho,mucho
en éste relato por primra vez has creado un ambiente en el que te puedes meter,cuajado de muy buenas figuras literarias,tópicos bien usados, con las referencias justas, y el final que da la vuelta a la tortilla, un clásico de las historias cortas.
ay,lo he disfrutado
en un blog de los tuyos (el anterior creo) ponías fotos de tus gatos.. hay algo de tí en los protagonistas de tus historias?
de verdad eres el de la foto? puedo preguntar qué llevas en la cabeza,una gorra? bueno ya
nota:es guay que escribas como la chica se moja casi nada más verle. es un tópico que sólo los hombres son fácilmente excitables. no es una salidez,simplemente una nota de realismo que lo hace creíble.

bueno,pues nada ánimo porque cada vez vas a mejor. aunque eso no hace falta que te lo digamos (siempre se sabe,en todas las artes). pero gusta,lo sé

Mr. Glasshead dijo...

Lucinda: muchas gracias, de verdad por todo lo que dices. Lo de las marcas es cierto influjo de Bret Easton Ellis (Lunar Park, por cierto, me está encantando). Tengo que leerme ese post sobre Sharon Tate.

Esa persona que lee, asidua, etc., etc.: gracias por todo. Supongo que en mis personajes sí hay parte de mí, al menos en los puntos más importantes de cada relato, en el giro que le quiero dar. Todo forma parte de una manera de ver las cosas, creo. A veces son retazos de gente que conozco, pero claro, son esas partes de ellos que a mí me llaman la atención. Y lo de la cabeza es mi pelo.

Un saludo

Anónimo dijo...

De verdad que no me había emocionado tanto leyendo algo desde que leí Rayuela. Hasta ahora sólo Cortázar había conseguido elevar mi espíritu a cotas tan altas...

Anónimo dijo...

jaja,porque es tan malo Bofifa?
sí,yo he escrito en tu blog de música,no lo había hecho antes,y una vez que lo hice,escribí una parrafada,como no
La verdad nunca me he parado mucho a leer otros blogs,es que el tuyo (los tuyos) es muy afín a mí como he dicho,una vez que has ido dejando de lado cierto sarcasmillo que tampoco estaba mal pero parece la tónica dominante. Ahora todo el mundo va de lo que no es,de malote. Si son tan malotes,¿que hacen escribiendo sus desvaríos en internet? Algunos no somos tan tontos como para no darnos cuenta de ese juego.
No sé,la gente que mete caña todo el rato de mala leche sin dar tregua aburre,la verdad. Se ve que es un personaje. ¿O de verdad hay gente con tan poco potencial para dejarse llevar? Como siempre he dicho,una cosa es sensiblidad y otra sensiblería,yo creo que se distinguen fácilmente,no hay por qué atacar a las dos por igual.
Se puede ser muy sarcástico y también muy tierno,hay personas (o personajes así,me llegan mucho),la verdad,es según esta hecho el mundo,es la manera para ser. y rendirse a la simplicidad es a veces liberador. cuando se puede uno desnudar.

Mr. Glasshead dijo...

Bofifa: ya sabes que Cortázar es mi héroe y que yo simplemente sigo su estela... Pero por mucho que lo intente jamás podré hacer algo semejante a su prosa incisiva, metafórica, artística... Dios...

chapa: ahora fuera de sarcasmos, pero en tu último comentario incides en el problema de muchos blogs "malotes". En mi caso, me estaba aburriendo ya mucho de ese tono sarcástico del que hablas, el mismo que he tenido en casi toda mi experiencia bloguera, y por eso me puse a hacer otras cosas. Por cierto, ahora que sé que eres la del otro blog, debo decirte que me parece acertadísima tu visión de Mondo Brutto. La agresividad que destila hacia todo el mundo ese tipo de textos es abusiva.

Anónimo dijo...

Glasshead, me alegro mucho de que hayas decidido dar rienda suelta a tu sensibilidad y te dediques a experimentar con la literatura y sus formas de expresión en el sentido más amplio, como ya lo hicieran los grandes del pop, como U2 o Depeche Mode

Anónimo dijo...

ja ja

pues bien que os gustan

y Héroes (sic) más