jueves, 1 de marzo de 2007

El hablador

Hemos quedado en el bar de José Rodríguez, el guapo. Mi amigo Severí viene con su último ligue, una chica de 26 años divorciada, con dos hijas y cocainómana. El día anterior me enseñó una foto de ella desnuda. Cuando llegan y se sientan a la mesa, casi todos hemos visto ya la foto.
Los otros son Dani, un tipo al que hace mucho tiempo que no veo, y Ricard, su vecino. José Rodríguez se sienta con nosotros de vez en cuando, como es su costumbre, pero se va al poco rato porque tiene que repartirse entre sus admiradores para enseñar las abdominales a la menor ocasión. La amiga de Severí casi no habla, sólo está pendiente del móvil. La llaman, sale, vuelve a la mesa, la vuelven a llamar, sale, y así toda la noche. Y por otro lado, no conozco demasiado a Ricard, el vecino de Dani. Es un tipo bajito con la cara cuadrada. Empieza a abrir la boca y entonces no vuelve a cerrarla.
Ricard cuenta pocas anécdotas, quizá dos o tres y todas relacionadas con peleas, borracheras y putas. Pero no deja de hablar, porque el truco que utiliza es muy sencillo: repetir las mismas historias una y otra vez, en un bucle infinito. Si alguien trata de participar o decir algo diferente, eleva el tono de voz para imponer sus batallas.
Intento hablar con Dani. Lo conozco desde que teníamos quince años, pero entonces no me caía muy bien. Empecé a cambiar mi opinión sobre él hace un par de años. Ocurrió en su casa, en Cercadepins, una periferia próxima a mi pueblo. Era la noche de San Juan y había mucha gente cenando. Por entonces, Dani tenía una novia posesiva, fea, malintencionada, suspicaz. Era auxiliar de veterinaria, y a alguien se le escapó que hacía una colección con los genitales de los perros que capaba. No pude evitar preguntarle sobre el asunto y quizá pensó que me reía de ella. Más avanzada la noche, me dio por decir en un momento dado:
-A mí me gusta que mi novia me escupa en la mano y después tragármelo.
Ella saltó como un resorte.
-Me parece una falta de respeto increíble para tu novia que cuentes eso.
A partir de entonces, aquella chica dejó de saludarme en las cenas, reuniones o fiestas. Si me veía rondar por ahí, se ponía a hablar con sus amigas mientras me miraban y se reían por lo bajo. Me gustó de Dani que siempre me trató igual de bien y sin tener en cuenta las opiniones de su novia. No todo el mundo posee la capacidad de no ser un pelele.
Ahora hace unos meses que lo han dejado. Hablamos un rato mientras el bueno de Ricard sigue jodiendo con sus historietas. A Dani lo he considerado siempre un ligón. Me sorprende mucho lo que me cuenta sin el menor atisbo de victimismo o falsa modestia:
-Quiero conocer a chicas ahora que lo he dejado con mi novia, pero no soy capaz, no tengo el empuje porque nunca me he visto atractivo ni interesante. Estoy yendo a una psicóloga.
Mi amigo Severí se va a llevar a su ligue a su casa. Y a mí Ricard y sus anécdotas me han provocado dolor de cabeza, así que voy hacia la barra, donde ya no está José Rodríguez, y me sirvo un cubata bien cargado. Me lo bebo y me sirvo otro en el mismo vaso, que me acabo igualmente. Después lo disimulo entre los otros vasos sucios. Vuelvo a la mesa. Me cuesta comprender que la novia de Ricard sea Mercedes, una chica de sutil, refinada belleza que sirve copas en el Irlándes, y que parece flotar en una atmósfera distinta a la de las otras camareras que trabajan con ella.
-¿Dónde has estado, Glasshead? -me pregunta José Rodríguez.
-Me han llamado al móvil.
Ricard sigue hablando, ahora con la nueva novia de José Rodríguez, una tipa con una cara extraña de muñeca que además se hace la interesante llevando una gorra absurda. Le explica la misma anécdota que lleva horas contándonos a nosotros. Mi paciencia está llegando a su fin. Mi amigo Severí regresa. Me cuenta que su amiga le ha comido el rabo un poco en el coche. Nos vamos al Irlandés.
-¿Cómo ha ido? -me pregunta Severí.
-No soporto a ese gilipollas que no para de hablar.
-Ah, pues a mi amiga le ha caído muy bien. Dice que es muy divertido.

3 comentarios:

Shiba dijo...

Después de leer tu texto me asaltan estas dudas y/o reflexiones:

-Cuando un tío enseña en público (o bueno, a un grupo de amigos) la foto de su novia desnuda, se merece muy poco elogio por mi parte. De hecho, eso sí que es una falta de respeto (a mi humilde entender) y una trivialización, y no lo que dijiste aquella vez a la auxiliar de veterinaria, que a mí personalmente me habría parecido un comentario gracioso y seguramente de haber sido yo la chica, te habría seguido el rollo con alguna ordinariez.

-Lo de tu amigo con novia cocainómana y divorciada con hijas me recuerda tristemente a un conocido de mi novio que está a punto de casarse con una tipa de ese estilo, pero encima el pobre no se da cuenta de que ella le utiliza para poder conseguir dinero y seguir su particular "ruta del bakalao".

-Lo de la auxiliar con tan poco agraciados adjetivos que colecciona genitales de perros me parece de psicólogo; si era capaz de escandalizarse por lo que dijiste, ¿porqué no hizo un poco de autocrítica examinando ella misma sus rarezas? Y por Dios que conservar semicapullos caninos es una puta rareza...

-Y Ricard me parece un cargante, lo siento... pero los tíos que sólo saben reducir su conversación a los sota caballo y rey que mencionas (peleas, borracheras y putas) me parecen particularmente unos agilipollados.

Dicho esto, te felicito por tu texto (retratas como pocos) y a ti te pido disculpas por haber escrito semejante rollo.

Besos.

Mr. Glasshead dijo...

Hola Lucinda!

La verdad es que la relación de esa chica con mi amigo es un tanto extraña. Lo paga él todo, por supuesto. Hace dos meses, ella le pidió 400 euros para pagar el alquiler, porque si no no llegaba. Él se los dejó y luego se dio cuenta de que se los había gastado todo en coca. Se estuvo un mes sin salir, bloqueado por lo que había pasado, y de hecho yo pensaba que lo habían dejado, pero no. Ha estado metido en robos de coches y de ropa (influencia directa de las sanas amistades de la novia). Quiere dejarla, pero no lo hace nunca.

Lo que dijo la veterinaria creo que estaba fuertemente condicionado por no haberle caído bien antes. Me da que estaba esperando cualquier cosa para saltar. No me di cuenta. Su torpeza llegó después al punto de hablar mal de mí a mis amigos o a sus novias (buscando que los demás se pusieran de su parte), de tal modo que me enteraba de todo.

Ricard era muy, muy pesado, jamás saldría otra vez con él, y al menos hubiera sido de agradecer que, ya que no sabía salir de esos temas, cambiara las anécdotas o al menos dejase participar. Los fines de semana me suelo agobiar, pero aquello fue ya demasiado.

En cuanto a lo de la extensión de tu respuesta, tienes razón. Te has pasado. Me retrasas en la ardua tarea de responder a todos mis comentaristas.

Un saludo, Lucinda

Anónimo dijo...

Hola. He llegado por casualidad a tu blog, y he leido un post de hace tiempo en el que hablas del blog "a patch life". Solo comentarte que estás en lo cierto respecto a lo de que parece buena chica. Y más aun en lo referido a su gusto musical. Es genial, y una persona excelente.
Aunque su blog te parezca insufrible...
Enfin, con propósito de no aburrir ni de aburrirme, me despido. Un saludo.